Diversos estudios revisados indican que las radiaciones no ionizantes están asociadas a la aparición de diferentes enfermedades y describen que entre los mecanismos fundamentales para producir el daño en el hombre se encuentran los efectos térmicos, no térmicos y atérmicos. Las radiaciones no ionizantes pueden afectar al ser humano de forma negativa, sobre todo por exposición prolongada.

Las radiaciones no ionizantes pueden producir efectos biológicos y efectos adversos sobre la salud humana. Se considera que el primero ocurre cuando la exposición produce un cambio fisiológico detectable en un sistema biológico, como son el calentamiento y la inducción de corrientes eléctricas en los tejidos.

El efecto de las radiaciones no ionizantes constituye una preocupación para los gobiernos y las autoridades sanitarias de muchos países.

Tipos:

Leves: Nerviosismo, irritabilidad, estado de ánimo depresivo, dificultad para dormir, insomnio, pesadillas, latigazos musculares al dormirse, despertar prematuro, cansancio al levantarse, cansancio crónico, pies fríos, parestesia en manos y pies, calambres, rinitis crónica…        

Moderados: Insomnio tenaz, amigdalitis crónica, bronquitis, asma, sudación sin motivo, tensión en la nuca, dolor dorsal y lumbar, dolor torácico, dolores reumáticos, cefaleas, migrañas, mareos, neuralgias, artrosis por desmineralización, astenia todo el día, fuerte depresión, agresividad latente, padecer muchas fobias.

Graves: Problemas circulatorios y cardíacos, afectación del sistema de defensas por dificultad en eliminación de toxinas, agotamiento nervioso, ideas suicidas, desdoblamiento de la personalidad, esquizofrenia, crisis de pánico, esclerosis múltiple, enfermedades autoinmunes, enfermedades degenerativas, cáncer.